domingo, 27 de marzo de 2011

La primavera nos inunda

Hay una tensión en el aire que nos recuerda que ya está aquí la primavera, como si la vida estuviese a punto de estallar. Hoy encuentro a nuestras chicas especialmente excitadas. Y los chicos tampoco parecen muy relajados. Me están volviendo loca intentando hablar todos a la vez y sus ojos muestran un brillo estimulante.
—Vaya, se nota que hace tiempo que no nos reunimos. Os veo con ganas… —les digo aprovechando la interrupción de la algarabía general cuando la camarera trae la bandeja con las copas.
—Pues sí, nos tenías bastante abandonadas —ríe Mel.
—Lo siento, estos días atrás han sido bastante intensos. Yo también me moría por veros. Y sé que algunas de nuestras amigas también…
—Aquí nos tienes. Y sospecho, no sé por qué, que nos vas a proponer algo—dice Fran sonriendo malicioso.
—No te equivocas, Fran. Sabéis que este año comienza la Feria del Libro en Valencia el día 7 de abril y durará hasta el 17.
—Se ha adelantado, ¿no? —interviene Patricia— Pero imagino que será en el mismo sitio…
—Efectivamente, Pat. Este año empieza un poco antes, pero sigue siendo en los Jardines de Viveros.
—No me digas más: te han invitado y quieres que te acompañemos— sentencia Eva.
—Muy lista—le lanzo, guiñándole un ojo—, pero no quiero que me acompañéis, me gustaría que os perdierais entre la gente, recorrierais las casetas… en definitiva, que disfrutarais del ambiente.
—Por mí, encantada, ya sabes que adoro los libros —añade Patricia echando su melena hacia atrás en un gesto muy sensual. No puedo dejar de sonreír al ver la forma en que la mira Sara.
— ¿Y tú dónde vas a estar? —pregunta Carla.
—Tengo el placer de haber sido invitada por SIDECAR LIBROS SOBRE RUEDAS, como el año pasado. Esta vez estaremos en las casetas 22 y 23.
—Tendrás que decirnos cuándo… —insinúa Sara.
—Por supuesto, Sara. Será el miércoles 13 de abril por la tarde, desde las 17 a las 21 horas.
—Pues a mí me ha dicho un pajarito que no va a ser el único evento que tenemos esa semana…—añade Álex.
—Tus fuentes son buenas. El domingo 17 por la mañana nos iremos a la Feria del Libro de Vinarós. Nos ha invitado la Biblioteca de allí a través de una amiga. La verdad es que tengo muchísimo interés en conocer el ambiente que se respira ese día, me han dicho que es fantástico. Lo hacen en la plaza de Sant Antoni.
—No está mal: miércoles 13 por la tarde en Valencia y domingo 17 por la mañana en Vinarós. Buen plan —afirma Mel.
—Me alegro de que os guste. Y ahora quisiera pediros otra cosa.
—Lo que tú quieras, ya sabes que estamos siempre contigo.
—Gracias, Marcello. Lo que me gustaría es que hicierais un esfuerzo para definir con una sola palabra cómo os habéis sentido en la aventura de Autorretrato con mar al fondo.
— ¿Cuándo estará en la calle? —pregunta Patricia.
—Quizás en septiembre… ¿Quieres empezar tú?
—Bien, yo lo tengo claro. Me he sentido…utilizada —contesta contundente con cierto reproche en los ojos.
— ¿María?
—Yo diría un poco… ingrávida—contesta sonriendo.
—Pues yo me he sentido frágil — afirma Mel.
— ¿Álex?
—Radiante. No puedo decir más.
—Yo, feliz —interviene Marcello.
— ¿Carla?
—Desconcertada.
—Pues yo, furiosa. Puedo decirlo, ¿no? —suelta Eva.
—Por supuesto. Y tú, ¿Sara?
—Asustada.
—Yo me he sentido confuso —añade Iván.
—Y yo, sorprendido—dice Fran alzando una ceja.
— ¿Y cómo dirías que se ha sentido Alejandra? —le pregunto a Mel.
—Sin duda, en su salsa.
La sonrisa en su rostro se hace enorme.
Ya veis, es difícil seguir las pistas de lo que va a ocurrir en Autorretrato con mar al fondo

domingo, 6 de marzo de 2011

Nuestras chicas hacen un brindis particular a la mujer

Confieso que esta tarde me he entretenido más de la cuenta. Al entrar en el Beso de Luna he captado cierta excitación en el ambiente. Nuestras amigas deben haber llegado hace rato. Me dirijo con prisas hacia un rincón privilegiado del jardín y me doy cuenta de que un par de camareras me observan solícitas, dispuestas a cualquier cosa al menor de mis gestos. Al asomarme a nuestro reservado siento el alivio que provoca mi presencia. Están todas. —Lo siento. He salido un poco tarde de casa. ¿Os han servido ya? —pregunto mirando a Álex. —No te preocupes, Mel ha pedido un vino que te encanta —me contesta con un guiño tranquilizador. En ese preciso instante hace acto de presencia una camarera portando la bandeja con la botella reclamada y varias copas. Aunque intenta blandir su profesionalidad, puedo notar el nerviosismo en cada uno de sus gestos. Las mujeres allí reunidas harían titubear a la mejor preparada. —Gracias —le digo cuando termina de llenar las copas. Me mira un instante permitiéndose una sonrisa despreocupadamente sexy y sale disparada hacia la barra. —Bueno, ya se huele la primavera en el aire —declara Mel, perspicaz. —Desde luego —replico riéndome ante su provocación—, pero antes tenemos celebraciones ineludibles. El día 8 se acerca y se me había ocurrido que quizás pudiéramos ofrecer un brindis particular a las mujeres que nos rodean. ¿Qué os parece? —Por mí, estupendo —contesta Eva agarrando su copa de inmediato—. Yo brindo por todas las que se encuentran en una situación de maltrato en cualquiera de sus vertientes, deseándoles que logren encontrar el valor suficiente para liberarse del yugo. —Yo transmito mi fuerza a todas aquellas mujeres que luchan contra la ignorancia y la represión en sus países, y a todas las que están sufriendo la pérdida de sus familiares en esa búsqueda de la libertad —dice Álex. —Yo quisiera brindar para que la educación llegue hasta cada rincón del mundo y consiga desterrar para siempre prácticas como la ablación del clítoris —señala Sara. —Pues yo brindo para que las mujeres se lancen a leer y a conocer lugares ajenos. El contacto con otros mundos que posibilita la lectura y los viajes permite que se abran las mentes y se enriquezcan los horizontes —defiende Patricia. —Yo deseo que cada una reconozca dentro de sí misma la belleza y el poder que encierra el hecho de ser mujer y que no consienta que nadie profane esa certeza —añade María. —Quisiera levantar mi copa para que cada una pueda decidir el camino que desee, que lo disfrute y, una vez alcanzada la meta, no se lamente de su elección —continúa Carla. —Yo brindo para que cada mujer de este planeta disponga de la libertad de elegir a su pareja, y que dicha decisión sea tan acertada que le permita crecer cada día como persona —sentencia Mel. —Pues yo, queridas amigas, alzo mi copa para que vuestros deseos lleguen a los oídos adecuados. Sed felices. Nos vemos en Autorretrato con mar al fondo.