lunes, 16 de mayo de 2011

El Beso de Luna contra la homofobia




Esta noche permanecerá para siempre incrustada en mi retina. Es difícil encontrar tanta belleza acumulada en el mismo lugar. Y no sólo por la contemplación de las personas que me rodean, sino por la corriente extraordinaria de energía que se ha creado al exteriorizar generosamente su amor. Hemos decidido reunirnos en el Beso de Luna para dispensarnos mimos, besos y pasión a raudales de forma pública y notoria. Es nuestra forma de gritar:
ADIÓS, HOMOFOBIA. DESPARECE DE ESTE MUNDO.
Las copas se entrechocan lanzando un tintineo mágico al ambiente. Regamos nuestros paladares con el líquido burbujeante y los ojos se prenden de los labios de la persona más cercana. Muy despacio, aproximamos nuestros alientos hasta confundir la respiración ajena con la propia. Y acontece el choque de terciopelo, y todo se vuelve humedad y latido. El roce de las almas. ¿Tanto molesta este prodigio al mundo? ¿En qué nos hemos equivocado a lo largo de los tiempos para que se observe semejante milagro con ojos enfermos?
Patricia sujeta con delicadeza el mentón de Sara y saborea su boca con deleite, mientras ésta se entrega a sus caricias con los ojos cerrados y el corazón abierto.
Eva recibe los brazos de María en torno a su cuello como un foulard de seda acariciante.
Iván y Fran se funden en un abrazo único, majestuoso, de perfil incierto.
Carla se pierde en el calor de Mel, que no puede evitar retenerla junto a ella asiéndola un poco más allá de la cintura…
Y mi mujer se derrite en mi cuerpo y yo pierdo la noción del tiempo y el espacio.
La vida aplaude.
Celebradlo

martes, 3 de mayo de 2011

Carla en Autorretrato

Hoy el Beso de Luna huele más que nunca a azahar… ¿Lo adivináis? Carla está conmigo. Su perfume se entremezcla en un abrazo lúbrico con el aroma intenso a mar que nos llega desde la orilla. Si aguzamos el oído, durante el respiro breve que nos otorga la música podemos escuchar incluso el rumor de las olas. —Enhorabuena…—me dice, golpeándome con la intensidad de sus ojos oscuros. —¿Por algo en especial? —sonrío jugando al despiste. —Lo sabes de sobra —me lanza desde su postura relajada frente a mí, observándome por encima de su copa—. ¡Por la segunda edición en la calle de No voy a disculparme! —Es cierto, pero no debes darme a mí la enhorabuena. El mérito es vuestro por abrir la puerta para que otras personas sientan a través de vuestra piel, por compartir vuestras vidas con generosidad y, sobre todo, es un logro de los lectores y lectoras que han osado volcar su tiempo y su cariño en esas páginas. —Bueno, brindemos, entonces. La ocasión lo merece. Levanto mi cóctel con satisfacción y me llevo el líquido a los labios. GRACIAS A TOD@S. —¿Qué tal Alejandra? —le digo, cambiando de tercio. Me hubiera encantado que hubierais visto su cara al escuchar ese nombre. Funciona como un interruptor: Carla se ilumina con un fulgor repentino. —Maravillosa, qué te puedo decir… Está con Mel. —¿Qué te parece su papel en Autorretrato con mar al fondo? —Yo creo que su intervención en esta entrega es asombrosa, inexplicable, tierna, sabia…y fundamental. —Completamente de acuerdo. Y tú ¿cómo sales de esta aventura? —Digamos que tocada… aunque no hundida. —Lo que no te mata, te hace más fuerte. O eso dicen. Para entenderlo, habrá que esperar a Autorretrato con mar al fondo.