La noche tórrida sublima las fragancias
y la brisa empuja hacia nosotras la magia del mar. Con un movimiento pausado y
sensual de la mano derecha retira su larga melena hacia atrás y, acto seguido,
me clava su mirada oscura hasta perforarme el alma.
—¿Te apetece un Beso de Luna? —propongo.
—Perfecto. Hace calor…
Y más que va a hacer, pienso interiormente,
contemplando sus curvas encerradas en un vestido mínimo.
Tras pedir el cóctel más solicitado
del local, observo el semblante concentrado de Carla y me digo que esta belleza
es todo un carácter.
—Me alegro de que estés aquí esta
noche.
—No tengo muchas oportunidades de
escaparme, ya sabes.
—¿Vas a contarnos algo sobre La daga
fenicia?
—No creo que deba revelar nada significativo, pero puedo expresar mi punto de vista.
—Adelante —la animo.
—Puedo decir que esta historia me ha
hecho crecer en ciertos aspectos y, ante todo, me ha empujado a meditar sobre cuestiones
fundamentales de la vida. Pienso que nos va a obligar a tomar partido con
respecto a un tema que a todos nos afecta.
—¿Tú lo has hecho?
—Sí, creo que lo tengo claro.
—No te voy a poner en el compromiso de
decirlo aquí.
—Te lo agradezco. Es una conclusión
bastante personal.
—Me han dicho que tu relación con Mel se
ha visto alterada por una circunstancia sobrevenida…
—¿Te han dicho? —me recrimina
levantando una ceja en un gesto muy seductor— Creo que no nos has regalado un solo
minuto de paz desde que empezamos.
—También os he hecho disfrutar de
momentos únicos.
—Eso es cierto.
—Tan solo intento ahuyentar la rutina.
De hecho, hace poco has conocido a alguien...
—Sí.
El fuego que irradian sus ojos me impele
a cambiar de tercio.
—¿Ya os ha contado Patricia…?
—No. Y dudo mucho que algún día lo
haga.
Sus amigxs no han tenido acceso a dicha
información, pero vosotrxs disfrutareis del privilegio de conocer cada detalle en
cuanto caiga en vuestras manos la daga misteriosa…