viernes, 30 de noviembre de 2012

Dos mujeres de altura


Percibo cierto revuelo junto al camino empedrado que serpentea entre los jardines del Beso de Luna. Desde la misma puerta que se abre al paseo marítimo, hasta la entrada del reservado en el que aguardo a nuestras invitadas, se alza una nube de murmullos que anuncia su proximidad. El viento helado corta el aliento y la gente se acurruca bajo las pérgolas al calor de las estufas y de las conversaciones apasionadas. Esta noche la luna impone su presencia intensificando las sombras. El vino oscuro y reconfortante impregna de color el fino cristal de las copas; ese cristal que, si pudiera expresarse, gritaría de deseo al entrar en contacto con sus labios…
Ya las veo. Retengo la respiración y un resorte involuntario me obliga a levantarme del asiento. Los amplios abrigos enfatizan la presencia imponente de las dos mujeres que se acercan con paso decidido. Dos ojos azules clarísimos me sonríen desde una altura considerable. La valquiria rubia se aproxima a mí y tiene la deferencia de inclinarse para alcanzar mi mejilla con un beso, mientras me rodea con un brazo la espalda en un cálido apretón. Patricia la secunda y, antes de estrecharme contra ella, me mira con tal intensidad esmeralda que me traspasa. Las copas titilan de envidia. Pronto será su turno.
—Formáis una pareja indescriptible —les digo, ofreciéndoles el vino.
—Gracias. Tú que nos ves con buenos ojos —me espeta la beldad rubia aceptando su bebida.
—Lamento contradecirte. La temperatura ha subido varios grados desde el momento en que pisasteis el Beso de Luna. Creo que todo el local se ha dado cuenta.
—Me resulta curioso que nos hayas invitado a las dos —interviene Patricia, desviando la conversación conscientemente.
—He pensado que sería una buena idea, dada la complicidad que habéis demostrado tener en La daga fenicia.
—Eso es cierto, hemos conectado muy bien. Me gustó en cuanto la vi —confiesa resuelta nuestra desconocida amiga.
—Sí, la verdad es que estar con ella es como respirar una bocanada de aire fresco —afirma Patricia lanzándole un guiño provocador —. Y además baila muy bien…

6 comentarios:

Anónimo dijo...


CONCU:
Las 5 de la mañana, después de la juerga y no puedo resistirme a leerte. Qué requetemalilla eres, sabes como enganchar a tus lectores, un toque picante, elegancia, sabores, provocación...cuanto glamour desprenden esas mujeres que inventas. Si supieras las ganas que tengo de leer La Daga, te daría penica y me contarías un poquito más jajajaja...Te quiero escritora. Por cierto, buenas noches.

Mila Martínez dijo...

¡Un beso enorme, querida concu! Yo también te quiero un mogollón. Pronto, La daga, pronto... y espero que desde ese momento viva contigo para siempre.

CasiAgua dijo...

¡Caray! Mila.
Me gusta mucho tu descripción. Es auténtica poesía.

Un abrazo.

Mila Martínez dijo...

Un abrazo, "CasiAgua". Espero verte a menudo por este reservado tan concurrido del Beso de Luna...

eden dijo...

Que maravillosa sensación me produce estar aquí siguiendo el rastro de tus palabras infinitas, mientras forman y conforman otro preciado relato...me encanta...

Mila Martínez dijo...

Querida eden, siempre es un placer saborear contigo ese cóctel que nos sirven en nuestro Beso de Luna, aderezado con magníficas compañías...
Un abrazo enorme.