miércoles, 24 de abril de 2013

El riesgo


Esta noche os cuento un secreto: el riesgo es uno de los pilares de La daga fenicia. Como sabéis, existen muchos niveles de riesgo, dependiendo del objeto que se ponga en peligro. Se puede arriesgar el capital, la seguridad, el amor e incluso la propia existencia. Quien mejor puede hablarnos de ello es la mujer que está ante mí en este momento.
—¿No es así? —pregunto, mirándola inquisitivamente.
A primera vista, nada en su apariencia parece indicar que el riesgo forme parte de su vida. Permanece reclinada en su asiento, envuelta en una estudiada aura de misterio; las piernas elegantemente cruzadas, sujetando su bebida mientras me devuelve una mirada pintada de gris titanio. Una podría perderse en la profundidad de sus ojos sin llegar a conocer jamás lo más íntimo de sus deseos. La llama que se contonea en lo alto del velón más próximo arranca destellos de fuego de su pelo, como si un oscuro impulso le susurrara que debía avivar aquella hoguera.
—Ya es un riesgo en sí mismo que esté aquí esta noche. Y lo sabes.
Algo en su voz, que navega desde el terciopelo cálido a la áspera arena, me hace estremecer.
—Es cierto. Mañana habrá luna llena —alcanzo a decir.
Debo de haber rozado una fibra muy sensible, pues noto que los puntitos de sus pupilas se convierten en dos dianas negras, tragándose el gris que las circunda. Lejos de asustarme, sonrío satisfecha ante la revelación. No es tan fría como pretende aparentar. De hecho, sé que la lava corre por sus venas.
—Hemos venido a hablar de otra cosa —dice tranquilamente, tras dar un sorbo al líquido púrpura de su copa.
—¿Sueles correr riesgos?
—A veces es imprescindible para conseguir lo que quieres. Y a mí me gusta ganar.
—¿Te asusta no salir victoriosa de esta batalla?
—El miedo y yo no hemos sido presentados. Deberías saberlo.
Inquietante.
Incluso yo me siento tentada de volver a leer La daga fenicia, pero esperaré lo que haga falta para poder hacerlo con vosotrxs. Adoro compartir.